RAZÓN AUREA

03 enero 2011

En defensa del Método Científico

No parece que sea necesario, a estas alturas, ocuparse en la defensa del método científico si no fuera por los constantes ataques y descalificaciones que sufre por parte de otras gnoseologías más o menos esotéricas, holìsticas, apocalípticas o creacionistas y demás esquemas de este rango -tan en boga en estos tiempos confusos que pudiéramos incorporar a lo que se ha dado en llamar el pensamiento débil- que pugnan obstinadamente por imponer sus formulaciones. En este grupo incluyo la hermenéutica con su pretensión de convalidar la ciencia a partir de ciertas revelaciones recorriendo el tortuoso camino de la exégesis de textos ajenos a la misma.

El método científico, en mi opinión, impone una discontinuidad en el campo del conocimiento en su conjunto, separando mediante una barrera nada permeable el conocimiento científico de otras formas de conocimiento, por lo que, a pesar de los citados esfuerzos de las estrategias hermenéuticas, es muy difícil –yo diría que imposible- militar en ambos bandos sin incurrir en contradicciones sustanciales insalvables.

No obstante, la asepsia rigurosa del método científico y su carencia de sectarismo de ningún tipo, hace posible que muchos científicos, creyentes de cualquier filiación, compatibilicen – con mayor o menor éxito- sus propias creencias con las,
no obstante, altamente exigentes características del método. ¿Cuáles son esas características? Fundamentalmente dos: la reproducibilidad que obliga a que cualquier resultado pueda ser reproducido o replicado, y la falsabilidad, condición ésta indispensable de toda proposición científica y que implica su posible refutabilidad.

Estas características no sólo son necesarias sino que son también exclusivas del método científico y otorgan al mismo su esencial universalidad frente a otras estrategias basadas en postulados religiosos o culturales, tan variados como peregrinos en la mayoría de los casos, aunque igualmente busquen, de buena fe, llegar a la verdad. Así vemos que el método es uno y universal mientras que otras fórmulas gnoseológicas son múltiples, diferentes, locales y, a menudo, contradictorias.

En realidad, la ciencia hace innecesaria la fe como premisa por pertenecer a un ámbito ajeno; si ésta, además, fuera o no incompatible con el método es algo que no incumbe a la ciencia discernir. Uno de los axiomas fundamentales del método científico es el de que el peso de la prueba recae sobre el que afirma por lo que cualquier afirmación es este sentido tendría que ser demostrada.

Posiblemente no exista otra realidad que la que es objeto de la ciencia.

Einstein y Dios


Sobre la espuria anécdota - muy difundida- del joven Einstein estudiante en Berlín:

Para refutar sencillamente este texto de autoayuda, sólo diré que Einstein nunca estudió en la nominalmente estereotípica "Universidad de Berlín", sino que hizo sus estudios de bachiller en Zurich, y no puso un pie en Berlín sino hasta 1914, cuando fue escogido miembro de la Academia Prusiana de Ciencias y director del Instituto de Física Káiser Wilhelm, lo que cierra el paso a la idea de que haya sido un novato y brillante estudiante que refutó a un profesor ateo, el villano de la comedia, a principios del "siglo 20"


Nacido en Ulm, Alemania el 14 de marzo de 1879. Antes cumplir dos años, su familia se trasladó a Munich, donde permaneció hasta 1895, período en el cual vio su vida trastornada cuando su familia se trasladó a Italia después del hundimiento de la firma eléctrica de su padre en Munich. Dejado en Munich para que terminara el año escolar, Albert decidió muy pronto abandonar el curso. y reunirse con su familia, cuando aún le faltaban tres años para terminar su educación media. El colegio no lo motivaba; era excelente en matemáticas y física pero no se interesaba por las otras materias. Así, a la edad de dieciséis años, Albert tuvo la oportunidad de conocer la gran tradición cultural italiana; admirar las obras de Miguel Ángel, que le impactara profundamente, y recorrer Italia pensando y estudiando por su cuenta. Durante este período empezó a contemplar los efectos del movimiento a la velocidad de la luz, un rompecabezas cuya resolución cambiaría para siempre la, física y la cosmología.
En Italia tuvo toda la libertad que quería y gozó por un tiempo de su vida, pero su padre lo obligó a pensar en la universidad. Regresó a Munich y luego se traslado a Zurich, en Suiza, para continuar sus estudios. En esta última ciudad no pudo ingresar a la universidad debido a no haber completado sus estudios secundarios. Alternativamente decidió incorporarse al Instituto Politécnico de Zurich, donde logró estudiar física y matemáticas con Heinrich Weber y Hermann Minkowski. Fue condiscípulo de Marcel Grossmann, que llegó a ser su gran amigo. Pero en la nación helvética, los caminos que tuvo que recorrer Albert Einstein no fueron fáciles. Llegó a conocer el hambre, la segregación académica - por no ser suizo - y también llegó a casarse con una joven matemática croata, Mileva Maric, luego de haber terminado sus estudios, en el año 1900, y de haber obtenido la nacionalidad suiza.
Con la graduación llegó el final de la asignación que le pasaba su familia, y Einstein tuvo que buscar trabajo. Sin recomendaciones -más tarde recordó que "no estaba en buenas relaciones con ninguno de sus anteriores maestros"-, no pudo encontrar ningún trabajo permanente y tuvo que arreglárselas de maestro para dictar clases particulares y/o a tiempo parcial. Después de dos años de empleos esporádicos, Einstein se volvió a beneficiar de la amistad de Marcel Grossmann, a quién había conocido en sus tiempos de estudiantes del Instituto Politécnico de Zurich, que por aquel entonces estaba enseñando matemáticas. A través de su contacto familiar, Grossmann consiguió para Einstein un puesto como experto técnico de tercera clase en la Oficina de Patentes suiza en Berna.



Albert Einstein
The Nobel Prize in Physics 1921
Biography
Albert Einstein was born at Ulm, in Württemberg, Germany, on March 14, 1879. Six weeks later the family moved to Munich, where he later on began his schooling at the Luitpold Gymnasium. Later, they moved to Italy and Albert continued his education at Aarau, Switzerland and in 1896 he entered the Swiss Federal Polytechnic School in Zurich to be trained as a teacher in physics and mathematics. In 1901, the year he gained his diploma, he acquired Swiss citizenship and, as he was unable to find a teaching post, he accepted a position as technical assistant in the Swiss Patent Office. In 1905 he obtained his doctor's degree.

During his stay at the Patent Office, and in his spare time, he produced much of his remarkable work and in 1908 he was appointed Privatdozent in Berne. In 1909 he became Professor Extraordinary at Zurich, in 1911 Professor of Theoretical Physics at Prague, returning to Zurich in the following year to fill a similar post. In 1914 he was appointed Director of the Kaiser Wilhelm Physical Institute and Professor in the University of Berlin. He became a German citizen in 1914 and remained in Berlin until 1933 when he renounced his citizenship for political reasons and emigrated to America to take the position of Professor of Theoretical Physics at Princeton*. He became a United States citizen in 1940 and retired from his post in 1945.

After World War II, Einstein was a leading figure in the World Government Movement, he was offered the Presidency of the State of Israel, which he declined, and he collaborated with Dr. Chaim Weizmann in establishing the Hebrew University of Jerusalem.

Einstein always appeared to have a clear view of the problems of physics and the determination to solve them. He had a strategy of his own and was able to visualize the main stages on the way to his goal. He regarded his major achievements as mere stepping-stones for the next advance.

At the start of his scientific work, Einstein realized the inadequacies of Newtonian mechanics and his special theory of relativity stemmed from an attempt to reconcile the laws of mechanics with the laws of the electromagnetic field. He dealt with classical problems of statistical mechanics and problems in which they were merged with quantum theory: this led to an explanation of the Brownian movement of molecules. He investigated the thermal properties of light with a low radiation density and his observations laid the foundation of the photon theory of light.

In his early days in Berlin, Einstein postulated that the correct interpretation of the special theory of relativity must also furnish a theory of gravitation and in 1916 he published his paper on the general theory of relativity. During this time he also contributed to the problems of the theory of radiation and statistical mechanics.

In the 1920's, Einstein embarked on the construction of unified field theories, although he continued to work on the probabilistic interpretation of quantum theory, and he persevered with this work in America. He contributed to statistical mechanics by his development of the quantum theory of a monatomic gas and he has also accomplished valuable work in connection with atomic transition probabilities and relativistic cosmology.

After his retirement he continued to work towards the unification of the basic concepts of physics, taking the opposite approach, geometrisation, to the majority of physicists.

Einstein's researches are, of course, well chronicled and his more important works include Special Theory of Relativity (1905), Relativity (English translations, 1920 and 1950), General Theory of Relativity (1916), Investigations on Theory of Brownian Movement (1926), and The Evolution of Physics (1938). Among his non-scientific works, About Zionism (1930), Why War? (1933), My Philosophy (1934), and Out of My Later Years (1950) are perhaps the most important.

Albert Einstein received honorary doctorate degrees in science, medicine and philosophy from many European and American universities. During the 1920's he lectured in Europe, America and the Far East and he was awarded Fellowships or Memberships of all the leading scientific academies throughout the world. He gained numerous awards in recognition of his work, including the Copley Medal of the Royal Society of London in 1925, and the Franklin Medal of the Franklin Institute in 1935.

Einstein's gifts inevitably resulted in his dwelling much in intellectual solitude and, for relaxation, music played an important part in his life. He married Mileva Maric in 1903 and they had a daughter and two sons; their marriage was dissolved in 1919 and in the same year he married his cousin, Elsa Löwenthal, who died in 1936. He died on April 18, 1955 at Princeton, New Jersey.
From Nobel Lectures, Physics 1901-1921, Elsevier Publishing Company, Amsterdam, 1967
This autobiography/biography was written at the time of the award and first published in the book series Les Prix Nobel. It was later edited and republished in Nobel Lectures. To cite this document, always state the source as shown above.
________________________________________
• Albert Einstein was formally associated with the Institute for Advanced Study located in Princeton, New Jersey.
http://nobelprize.org/nobel_prizes/physics/laureates/1921/einstein-bio.html



Question: Where did he receive his education?

Answer: He received his main education at the following schools:
Catholic elementary school in Munich, Germany (1885-1888)
Luitpold Gymnasium in Munich, Germany (1888-1894)
Cantonal school in Aarau, Switzerland (1895-1896)
Swiss Federal Institute of Technology in Zurich, Switzerland (1896-1900)
Ph.D. from Zurich University, Switzerland (1905)
http://nobelprize.org/nobel_prizes/physics/laureates/1921/einstein-faq.html

El garzón de Ida




“Cuando el que ministrar podía la copa a Júpiter mejor que el garzón de Ida”
Luís de Góngora, Soledad primera, parte primera.





Alude el poeta a Ganímedes, raptado por Zeus en el monte Ida, de la Frigia, convertido en águila para la ocasión.
Su mítica belleza lo elevó a amante del dios de dioses y copero de la corte del Olimpo.
Sin duda, el personaje náufrago de esta primera “Soledad”, era, a los ojos del gran poeta –cura rijoso y “cordobés sonado” (1)-, aún más bello.

Y viene este “cuento” a cuento de lo que estos días postreros del otoño el cielo ofrece: Júpiter con su bello efebo y toda su corte celestial despidiéndose por otro año entre las luces de la tarde y las brumas de poniente.
Un poco como viene a decir el poeta al final del texto:

“Si mucho poco mapa le despliega,
Mucho es más lo que, nieblas desatando,
Confunde el Sol y la distancia niega.”





Sevilla, otoño de 2009





(1) En un soneto de Quevedo “dedicado” a Góngora:

“Vuestros coplones, cordobés sonado,
sátira de mis prendas y despojos,
en diversos legajos y manojos
mis servidores me los han mostrado.
…/…”

Pintura: casa Palacio de Santoña en Madrid, hoy sede de la Cámara de Comercio e Industria de la capital del Reino.

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20 octubre 2008

FOTOGRAFIA ESTENOPEICA DIGITAL



Desde niño tuve especial interés en la fotografía. Recuerdo aquellas imágenes invertidas que se formaban en la oscuridad de mi habitación en las insomnes siestas del verano chipionero cuando mi madre me obligaba a recogerme, con los postigos cerrados, para dormir una siesta a la que, más temprano que tarde, terminaba rindiendo mi somera resistencia.

Siempre quedaba una estrecha rendija entre las contraventanas que, mientras tanto, me proporcionaba distracción: veía proyectado por las paredes y el techo a quienes, a pesar de la hora, pasaban por la calle soleada y desierta.

Era una cámara oscura, ni más ni menos.

Un día me dijeron que haciendo un pequeño agujero en una caja, se podía hacer una cámara de fotos. Lo comprendí enseguida: era lo mismo que yo veía en mi habitación de Chipiona.

Lo intenté con gran cantidad de cajas y latas con desigual resultado. Lo más importante es que eso me llevó a aprender a revelar fotografías y muy pronto perdí el interés por las cámaras estenopeicas, que así se llaman; todos sabemos que estenopo, en griego, quiere decir agujero estrecho, o sea, agujero en sentido estricto.

Ayer ocurrió que me llegué a ver una exposición al Museo de BB. AA. de un fotógrafo muy interesante que se dedica a hacer foto estenopeica. Allí estaban las mismas latas con el agujerito –incluso bidones- que yo hacia de niño. Entonces se me ocurrió incorporar el sistema a la tecnología digital; vamos, lo que hoy se entiende como transferencia de tecnología.

La fotografía estenopeica tiene un algo especial; quizás sea la enorme profundidad de foco o la precaria definición pero no es calidad lo que uno va buscando en esto, sino emoción…

Si alguna vez rompéis o perdéis el objetivo de la cámara en un viaje, siempre que llevéis un trípode -las exposiciones son de varios segundos-, podréis sacar una fotos insólitas en las que, por ejemplo, situados al pie de la Gran Pirámide, saldrán enfocadas desde la primera piedra hasta la última.

Los materiales son simples: un trozo de papel de aluminio, una aguja para hacer el agujero más pequeño que podamos y un poco de cinta de pegar.






La fórmula de Lord Rayleigh nos da el valor del diámetro óptimo del agujero en función de la distancia de éste al plano del sensor.

D= 1,9 (L x F)^ ½

En la que D es el diámetro del agujero.

L, la longitud de onda de la luz que, para nuestros efectos, la fijaremos a un valor medio de 580 nm (millonésimas de milímetro).

F es la distancia entre el agujero y el plano focal que para una reflex está en torno a 50mm.

Una vez hechos los cálculos pertinentes, nos da un valor para el agujero de

D= 0,3…mm.






Después de hacer el agujero en el papel de aluminio, lo colocamos sobre el cuerpo de cámara cuidando de que quede bien centrado; para ello miraremos por el visor hacia algo muy iluminado y centramos hasta que desaparezca el viñeteo u oscurecimiento de las esquinas del formato.







El visor nos va servir de poco a no ser que la escena esté, como digo, muy iluminada; pero eso es lo bueno que tiene la fotografía digital: podemos hacer las pruebas que queramos hasta que estemos satisfechos con la foto.


El campo cubierto por nuestra camara puede ser calculado por la siguiente formula:

Ángulo del campo = arctg (L/ 2F)

En la que L el tamaño del sensor (en nuestro caso, para la Canon: 22,2 mm).

F es la distancia entre el estenopo y el sensor (en nuestro caso 50mm).

Hechos los cálculos nos da un campo de unos 12º 30’.



Incluyo un par de fotos hechas un poco deprisa con este sistema. Supongo que con un montaje más cuidado, se conseguirán iguales o mejores resultados.








La relación focal resultante es de f/160 y a ella tendremos que ajustar la exposición. O sea que si con un objetivo normal, una determinada toma con una relación focal de referencia, “F”, la exposición fuera “T”, con un objetivo estenopeico a f/160 será:

t = f^2 · T / F^2

A título orientativo, la exposición, con respecto a un objetivo de referencia a F/5, debe ser multiplicada aproximadamente por 1000. Así, una toma expuesta a 1/100 seg. con un diafragma a F/5, con nuestro objetivo a f/160, debe ser expuesta 10 segundos.





COMO MEJORAR EL DISPOSITIVO


Para ello utilizaremos, en vez de papel de aluminio, la fina chapa de aluminio de las latas de bebidas de las que cortaremos unos trozos del tamaño de una película de 35mm (paso universal) que, una vez hecho el agujero, procederemos a montar en un marco de diapositivas y lo proyectaremos a una distancia tal que nos permita medir el diámetro del agujero en la imagen proyectada. Desde la misma distancia, proyectaremos el marquito vacío y mediremos igualmente el tamaño de su imagen en la pantalla; así estableceremos una relación de escala entre el tamaño del objeto y su imagen proyectada que nos servirá para conocer el tamaño real del agujero que hemos practicado en la chapa de aluminio.

Cuando tengamos un agujero que se aproxime a 0,3… mm, procederemos a lijar el metal sobrante en las inmediaciones del agujero y volver a comprobar en el proyector si conserva su aspecto circular y su diámetro.

Una vez obtenido el agujero deseado, pintaremos la chapa de aluminio de negro con tinta china o un rotulador asegurándonos que el agujero queda perfectamente libre de tinta, polvo, etc.

Esta chapa la fijaremos con cinta aislante negra en el interior de la tapadera de plástico del cuerpo de cámara a la que previamente habremos practicado un orificio de unos 8 mm en la parte central.

Comprobaremos si la chapa de aluminio con el agujero está debidamente centrada y corregiremos su posición si fuera necesario hasta que el viñeteo de una escena muy iluminada vista por el visor sea mínimo.

Cuando no estemos usando la cámara en modo estenopeico, taparemos por fuera el orificio de la tapa con un trozo de cinta aislante para evitar que entre polvo.


Sevilla, Octubre de 2008

25 febrero 2007


La técnica que utilizo en estos apuntes del natural, rotulador+aguada, no permite ninguna corrección pero es rápida, directa y espontánea.

Dibujo del natural


En ocasiones, nos reunimos algunos artistas en la galería "Cave Canem" (recientemente cerrada, por desgracia) para hacer dibujo del natural. Se trata de una experiencia muy intensa que nos recuerda nuestra época de estudiantes en la Escuela de BBAA, con aquellas modelos tan esplédidas...

30 noviembre 2006



Acabo de clausurar mi última exposición en la Galería Belgambóxer de Sevilla de la cual he quedado moderadamentre satisfecho. Es la primera vez que incluyo fotos relacionadas con el tema de la Sección Áurea que han despertado bastante interés y tambien por vez primera, el diario ABC se ha interesado por mi obra...

08 octubre 2006


Hace unos meses, un buen amigo escultor que no tiene ni idea de astronomía encontró, en una cuba de escombros de una calle de la Macarena, junto con unas maderas con gruesos tornillos que no se conservan, un espejo de 25 cm., tallado a f6. El escultor, sin saber lo que era aquello, pensó que sería idóneo para pedestal de una figura...así que lo rescató de entre los cascotes. Su estado es menos lamentable de lo se podía esperar, no obstante habría que hacerle un poco de "dermoestética", suponiendo, que es mucho suponer, que la parábola sea buena. En cualquier caso, creo que se puede ver con él aunque sólo sea para hacerse una idea...Bueno, el caso es que lo convencí de que era una pieza interesante en manos de alguien que sepa de qué va la cosa etc., etc. Por fin, hoy, me lo ha entregado. Yo, por mi parte, cuando hablé con él del asunto y me dijo que me lo daría, se lo prometí a mi "socio" Joaquín el cual espero que consiga desvelar sus posibilidades. Antes de meterse en harina, sería conveniente probar qué tal es. Quizá si alguen tuviera un newton de 250mm. a f6, podríamos probarlo, si no, tendrá que entrar en el foucault, lo cual es una complicación . El espejo tiene un grosor condiderable, unos 38mm., y está fundido de vidrio común. En el dorso tiene grabadas las iniciales "I P" y otra "P" por otro sitio. Tambien "1977" y "focal=154,5cm". Naturalmente, me gustaría conocer la historia de esta pieza; posiblemente, alguno de los antiguos aficionados pueda dar alguna pista sobre éste "I. P." que, en 1977, talló un espejo de 25cm. para un telescopio con 154,5 cm. de distancia focal, todo un record en la Sevilla de aquella época. ¿Qué fue de él? ¿Murió? ¿Se aburrió del proyecto? ¿Lo desahuciaron? ¿Se lo tiró su mujer a la basura? ¿Era una castaña de espejo? o, a lo mejor, ¿Llegaría a ofrecer maravillas celestes? Quizá, porque la senilidad no lo puede todo, en algún asilo de ancianos, desde la memoria líquida y confusa de alguno, aún floten campos estelares en el duermevela de una siesta desvaída. Quizá, perdidos ya todos los recuerdos, haya uno, único e indeleble: su newton de 25cm. O quizá no, y para él sea ya para siempre "...del año la estación florida cuando el mentido robador se Europa, media luna las armas de su frente y el sol todos los rayos de su pelo,... en campos de zafiros pace estrellas..."

27 septiembre 2006

INICIACIÓN A LA FOTOGRAFÍA ASTRONÓMICA

Esta tarde, me dio por hacer unas fotos desde la azotea. No con un telescopio grande sino con el pequeño ETX 90, concretamente, la miniatura que se puede ver en la foto.






Por si a alguien le interesa, el procedimiento es el llamado "afocal" y que consiste en lo siguiente: se coloca la cámara, enfocada al infinito, pegando el objetivo de la misma al ocular del telescopio, anteojo, prismático, etc. Se enfoca la imagen accionando el mando del telescopio y se dispara (¡sin flash, por favor!), procurando que no se mueva... Un trípode y algo de paciencia son imprescindibles. Buena suerte.



Con este sistema se pueden hacer fotos de objetos brillantes como el Sol, la Luna y algunos planetas, en este caso, Júpiter.



A veces, algo pasa... y sale lo que sea.(Fotografìa premiada en la edicion "Fecyt 2006")

Telescopio: Meade ETX 90; 1.250mm. de focal f13.

Ocular: Plössl 26mm.

Cámara: Casio EXILIM 7.2 Mp.


11 septiembre 2006

Exposición Galería Belgambóxer. Sevilla. 2005


Exposición "SECCIÓN ÁUREA" de Nicolás Fontanillas en la Galería Belgambóxer de Sevilla en Marzo de 2005.

El cuadro: 162x162, acrílico sobre tela. Se trata de un "mosaico" de varios bastidores, todos en la proporción áurea.

SECCIÓN ÁUREA 2005


Este cuadro -60x60, acrílico sobre tela- sirvió para el cartel que anunciaba mi última exposición en la Galería Belgamboxer de Sevilla en año 2005.

SECCION AUREA




Fotos inspiradas en mi obra sobre la Sección Áurea.


José Franco, astrónomo sevillano del S. XVIII

FRAY JOSÉ FRANCO O.P.
UN ASTRÓNOMO EN LA SEVILLA DEL S.XVIII

Por Nicolás Fontanillas


No es ninguna novedad hablar, a estas alturas, del olvido que sufrían las ciencias experimentales, y en especial de la Astronomía y las Matemáticas, en el panorama científico español de los siglos diecisiete y dieciocho, precisamente cuando otros estados europeos habían experimentado un colosal avance, tanto en los aspectos teóricos como en los prácticos o tecnológicos.

Para algunos autores (1), la crisis arranca ya a mediados del siglo dieciséis, señalándose factores políticos y religiosos para las causas de este retraso a los que se añadirían las estructurales crisis económicas posteriores. En 1558, Felipe II promulga la orden que prohibe a los españoles estudiar o enseñar en universidades extranjeras. El resultado fue que en el llamado Siglo de Oro para nuestras letras y artes se produce un abandono total de las ciencias cosmológicas, con la excepción de las ciencias náuticas que, por razones obvias, tuvieron un marcado impulso en la España Moderna, e igualmente ocurre con algunas aportaciones en otros campos, como la óptica o la botánica. En el siglo dieciocho, el retraso era ya muy considerable, de forma que todavía, a mediados del siglo, las universidades estaban en manos de la iglesia; dominicos y jesuitas se repartían el monopolio de la enseñanza y, por otra parte, la mayoría de los libros de ciencias, especialmente los que trataban de temas cosmológicos, o se ajustaban plenamente al pensamiento aristotélico y escolástico o, automáticamente, pasaban a engrosar el índice de libros prohibidos.

Textos de ese tipo eran los que se enseñaban en algunas universidades científicas españolas, como el de Manuel Cedillo (2), de 1717, escrito para el Colegio de San Telmo de Sevilla, o el del mismo autor de 1745 (3), cuando ya era profesor de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, donde incorpora tímidamente el sistema de precopernicano de Ticho Brahe. También este mismo año, se publica en Valencia la obra de Andrés Piquer (4), “Física moderna, racional y experimental” en la que, por primera vez que sepamos, se contempla en un texto español la teoría de Copérnico, con casi dos siglos y medio de retraso. Hasta 1784, F. Jacquier (5), -casi un siglo más tarde de la publicación de los “…principia matemática” de Newton-, no introduce en España la teoría de la Gravitación Universal, en un libro que se utilizó como texto en la Universidad sevillana, separada ya por entonces, del Colegio de Santa María de Jesús, gracias al plan de Olavide de 1771 (6).

Todo ello nos lleva a pensar que esta decadencia científica era especialmente palpable en Sevilla durante el S. XVIII, incluso más que en otras ciudades universitarias españolas, seguramente como consecuencia de la decadencia económica y demográfica que experimentó la ciudad en este periodo. La tradición de los estudios náuticos, tan importantes en la Sevilla del siglo dieciséis en el ámbito de la Casa de la Contratación, terminaron pasando a Cádiz donde la Academia de Guardiamarinas tomaría el relevo a la “Universidad de mareantes” sevillana y, de algún modo, al Real Colegio Seminario de San Telmo, creado éste en el último tercio del siglo XVII, cuando ya la base de la flota de Indias se había trasladado a Cádiz; no obstante, el Colegio de San Telmo era, para J. M. Cano (7), prácticamente, el único centro donde podían estudiarse Matemáticas, Geografía o Física. De hecho, según F. Aguilar (8), a mediados del siglo dieciocho, el Colegio de Santa María de Jesús -o sea, la Universidad sevillana- había quedado convertido en una institución para la formación de canonistas y médicos, y algo parecido podía decirse del Colegio de Santo Tomás de los dominicos o del de San Hermenegildo de los jesuitas.

Concretamente, desde el siglo XVIII hasta prácticamente la actualidad, la astronomía ha sido considerada meramente, como una rama de las matemáticas (9); figuras como las de los marinos Antonio de Ulloa y Jorge Juan aparecen, en cierto modo, como excepción en este desierto panorama; de ellos se suele destacar, en obras de carácter general (10), la participación de ambos en la expedición francesa al Perú para la medición de un grado del meridiano que, junto a las efectuadas en las latitudes de París y Laponia, pretendía calcular con precisión la forma del esferoide terrestre, la cual era una cuestión que ocupó a los astrónomos desde que Newton la formulara teóricamente. La Academia de Ciencias de Francia patrocinó la expedición destacando al Perú a un grupo de astrónomos encabezados por Charles Marie de la Condomine, en 1735. Allí se encontraban también Antonio de Ulloa y Jorge Juan con la misión, a su vez, de determinar el meridiano de demarcación que dividía las tierras de Portugal y las de la Corona de Española, antiguo asunto en litigio. Quizá fuera coincidencia más que otra cosa el hecho de que la expedición francesa se reuniera con la española, aún siendo evidente la utilidad que pudo tener para ambas expediciones este contacto, y especialmente para la de los marinos españoles (11); dicho todo ello sin menoscabo para la labor que éstos realizaron y que queda patente, tanto en sus obras, como en los diversos estudios realizados sobre sus trabajos (12).

En este desolador panorama llama poderosamente la atención la personalidad del padre dominico, afecto al sevillano Real Convento de San Pablo, Fray José Franco, profesor de astronomía en el Colegio de Santa María de Jesús –como ya hemos dicho, la institucion precursora de la Universidad Hispalense de hoy día-, quien ilustra todo ello en una curiosa carta que, en 1754, dirige al director de la Academia de los Guardias de Marina de Cádiz, D. Luis Gaudín, que se conserva en Archivo Municipal de Sevilla (13). Resulta que, dicho sea de paso, este Luis Gaudín –o Godín -es uno de los astrónomos franceses que acompañó a La Condomine en la mencionada expedición francesa al Perú, lo cual, de alguna forma, constata el sucursalismo que en esta y otras materias, imponía Francia sobre España y otros países europeos, dentro del marco histórico de la Ilustración (14).

Se lamenta Fr, José Franco en la mencionada carta –cito textualmente- del “menosprecio a que estaba condenada la astronomía y la matemática en España con respecto a otras vulgarísimas ciencias como la jurisprudencia, la medicina y la teología” (15), así como la poca originalidad de las obras publicadas en nuestro país,a las que ya nos hemos referido, de las que solamente y en el mejor de los casos, se reseñaban los títulos en los diarios de las academias de ciencias europeas al no encontrar nada de novedad entre sus páginas (16).

Los amplios conocimientos de J. Franco dentro de la ciencia astronómica del siglo XVIII -basados en el cálculo y la observación- le llevó a que fuera designado como coordinador de las observaciones de la ocultación de la estrella Régulus por la Luna el 23 de Marzo de 1747, resumiendo en un trabajo las observaciones efectuadas simultáneamente en Madrid, Londres, París, Bolonia, Roma y Praga; también formuló con gran precisión, las predicciones de los eclipses de 1748, 1750 y 1753 (17). De entre sus trabajos publicados destaca uno referente a la observación del eclipse de Luna del 2 de Noviembre de 1743, impreso en Sevilla (18).

Volviendo a la mencionada carta, continua J. Franco lamentándose de las muchas dificultades que encuentra para la investigación astronómica y de lo poco y mal que entienden a Newton muchos científicos de su tiempo; también se avergüenza nuestro fraile de los terribles yerros en que caen algunos autores españoles que publican tablas para el ajuste de horas (19) sin tomar en cuenta la refracción atmosférica, fenómeno conocido desde la antigüedad aunque no fuera evaluado hasta finales del siglo XVII; (todavía un siglo más tarde, y especialmente referido al grado de humedad y la temperatura de la atmósfera, Augusto Comte considera que no había sido suficientemente estudiado (20)). Todo ello, según José Franco, tiene una gran importancia –aparte de la puramente astronómica- relacionada con “el gran daño que puede ocasionar el error cronométrico de la medianoche obtenida por tan falaces tablas para asuntos como el ayuno, la abstinencia y las comuniones”, que cómo los más viejos recordarán, regían desde la media noche anterior.

Y es en estos comentarios donde se nos revela la otra cara de este fraile de la Orden de Predicadores –tan identificada con el Santo Oficio- pues nos resulta difícil imaginar cómo, en una misma persona, podían convivir juntos el científico y el predicador dominico. En este sentido y a título anecdótico, Fray José Franco dice haber demostrado, que Jesús de Nazaret murió un 25 de Marzo, (21) y, por otro lado, aplicando la precesión de los equinocios a los datos bíblicos, atribuye al Mundo la edad de 6.950 años exactamente; redactado en el más delicioso estilo escolástico de la Orden de Santo Domingo (22).

Sin duda este personaje tan pintoresco merece un más profundo estudio que, de paso, contribuirìa a completar nuestro conocimiento sobre el estado de las ciencias puras durante el S. XVIII sevillano.


Sevilla, verano de 2006.





Nota bibliográfica.

1. J. M. Cano Pavón, La ciencia en Sevilla (siglos XVI-XX), Sevilla, 1993.
2. P. M: Cedillo, Compendio del arte de la navegación, Sevilla, 1717.
3. P. M. Cedillo, Tratado de Cosmografía y Náutica, Cádiz. 1745.
4. A. Piquer, Física moderna, racional y experimental, Valencia, 1745.
5. F. Jacquier, Instituciones Philosophicae ad studia theologica potissimun accommodator, Valencia, 1784.
6. P. de Olavide, Plan de estudios para la Universidad de Sevilla (edición de F. Aguilar Piñal), Barcelona, 1969.
7. J. M. Cano Pavón, O.C.
8. F. Aguilar Piñal, Historia de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 1991.
9. J. Franco, Época de la creación del Mundo…, Sevilla, 1751, Archivo Municipal de Sevilla A. M. S., sección 11 en cuartos, tomo 17, nº 36.
10. A. T. Arcimis, El Telescopio Moderno, tomo 2, Barcelona, 1879.
J. Comas Solá, Astronomía, Barcelona, 1965.
11. Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Disertación histórico y geográfica…, Madrid, 1749.
12. A. Giner, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Revista General de Marina, Madrid, 1949.
13. A. M. S. Papeles del Conde del Águila, tomo 46, en folios.
14. Todavía en 1780, tenemos en la Escuela de Matemáticas de la Sociedad
Económica de Sevilla a don Pedro Henry, también francés, (A.M.S., Papeles del Conde del Águila, tomo5, en cuartos, nº 23), si bien es verdad, en el mismo archivo y sección, en el tomo 61, en folios, nº 45, nos encontramos una Real Orden de 1727, concediendo S. M. facultad para enseñar matemáticas en el Colegio Mayor Santo Tomás de Aquino, de Sevilla a F. Pedro Vázquez Tinoco.
Parece que los resultados de la mencionada escuela fueron aceptables, contando entre sus alumnos a Alberto Lista. (F. Aguilar Piñal, Alberto Lista, estudiante de matemáticas, Sevilla, 1961.
15. Se entiende que el calificativo de vulgarísimas no lo emplea J. Franco en sentido peyorativo.
16. En concreto hace referencia a las academias de París y Trevoux.
17. A.M.S. Papeles del Conde del Águila, tomo 46, en folios, nº 48.
18. J. Franco, Lunaris eclipsis observatio, Sevilla, 1744. Existe un ejemplar en el A.M.S., sección 11, tomo 46, folio nº 48.
19. Se trata, según refiere J. Franco en su carta, a la Tabla de los ortos y ocasos del Sol para el meridiano de Cádiz para el ajuste de los relojes de ruedas en cualquiera día del año…, por D. Antonio Taveau y Quesada.
20. Augusto Comte, Traité Philosophique d’Astronomie Populaire, Paris, 1844; 2ªparte, capítulo 2º.
21. Carta citada.
22. J. Franco, Epoca de la Creación del Mundo…, 1751, A.M.S., Papeles del Conde del Águila, sección 11 en cuartos, tomo 17, nº 36.